El proceso encaminado a la pacificación de Euskadi puede estar atravesando por momentos decisivos y acaba de sonar una nueva señal de alerta. Estas dos cuestiones son las únicas en que los partidos favorables al proceso están de acuerdo tras el extraño comunicado leído el sábado por tres encapuchados en una campa de Euskadi. Con una escenografía inédita --tanto como el tratamiento informativo dado por el diario Gara--, tres encapuchados --dos de ellos armados con fusiles-- protagonizaron la mayor descalificación del alto el fuego ocurrida en estos seis meses de vigencia, y ello sin mencionar la tregua.

La arenga, que incluyó por primera vez en Euskadi la exhibición y la utilización de armas largas a la manera del IRA, superó los objetivos que había defendido ETA en los últimos tiempos. Los encapuchados aseguraron que la "lucha armada" seguirá hasta conseguir "la independencia y el socialismo", cuando ETA lo máximo que exigía al anunciar el alto el fuego era el derecho a decidir. Si la representación escénica parece más destinada al consumo interno, el contenido del comunicado puede indicar un endurecimiento ante la comprobación de que el Gobierno --como reafirmó ayer Zapatero-- no está dispuesto a pagar precio político por la paz. Nos encontramos ante uno de los momentos delicados del proceso, al que hay que renovar el apoyo, pero sin ceder al chantaje, sino con las condiciones que se fijaron en la declaración del Gobierno y del Congreso de los Diputados.