El Auditori lleva más de un año en marcha, pero, sin embargo, los jardines que lo rodean siguen siendo un espacio desolador. Los accesos al edificio son pura arena, como un desierto, y cuando llueve se hace realmente incómodo caminar. Las láminas de agua continúan inservibles y los árboles, aunque tienen que crecer, no son suficientes para semejante espacio, que podría convertirse en un pulmón verde para la ciudad. Sin duda, hay que adecuarlo.