Los príncipes de Asturias esperan a su segundo hijo, cuyo sexo se va a desconocer hasta el mes de mayo si aplican el mismo principio que antes del nacimiento de la infanta Leonor. Con el comunicado oficial del embarazo se recupera el debate político y jurídico. Quienes creían que Felipe y Letizia serían cautos ante una forzada cuestión de Estado sobre el sexo de la tercera persona en la línea de sucesión de la Corona, y esperarían a una reforma constitucional, se han equivocado. Cualquier polémica será legítima, pero en ningún caso podrá versar sobre la precisión de las leyes vigentes.

Si la gestación del nuevo infante llega a su fin y es varón, será Príncipe de Asturias cuando su padre sea Rey. Si vuelve a ser mujer, la heredera seguirá siendo la primogénita Leonor. Es lo que establece la Constitución de 1978. Lo relevante es que este orden sucesorio se puede y debe cambiar para suprimir la preferencia del varón sobre la hembra. El Consejo de Estado ya ha propuesto una fórmula que acaba con esa discriminación.

El Gobierno del PSOE propuso acabar con esa discriminación de sexo para acceder a la Corona después de Felipe, y que se tuviera en cuenta únicamente la primogenitura. Pero como la Carta Magna blindó el capítulo referido a la Jefatura del Estado, cualquier modificación requiere el amplio consenso del Congreso y el Senado, seguida de la disolución de ambas cámaras y de un referendo sobre la nueva ley. O eso o mantener el sexismo.