En Roma, junto a la plaza Navona, se conserva el torso de una estatua helenística mutilada que, según cuenta la tradición, fue coloca en el año 1501 al lado de la casa de un zapatero que era famoso por sus burlas y malicias llamado Pasquino. Con ese nombre fue bautizada la escultura y desde el siglo XVI su pedestal fue utilizado por los satíricos romanos para fijar en él toda clase de escritos mordaces y críticos sobre los acontecimientos que acaecían en la ciudad. De aquella costumbre surgió la palabra pasquín.

Aunque la práctica de colocar de manera anónima escritos difamatorios en lugares públicos era --y no ha dejado de ser-- algo frecuente, hoy resulta difícil encontrar testimonios de unos textos que todos leían pero nadie conservaba. A pesar de todo, en ocasiones los archivos dan sorpresas y se encuentra en ellos cosas tan inesperadas como es un pasquín de 1566.

Un día de septiembre de aquel año la villa de Castellón se conmocionó con la aparición de un cartell difamatori en lo qual, ab rims o cobles, se deya molt malt infamant a moltes persones honrades de la vila. El texto, realmente subido de tono, apareció en una de las puertas de la iglesia y debió ser tal la impresión que causó que rápidamente fue arrancado. Escrito en castellano, resultaba amenazador desde el primer verso que decía "lengua no me seas mala..."

Los aludidos, todos ellos hombres y mujeres importantes del lugar, no estaban dispuestos a dejar sin castigo al autor que finalmente fue descubierto y resultó ser el hijo de uno de ellos. El pasquín todavía conserva restos del engrudo con el que fue pegado.

Historiadora