Legislar derechos fundamentales resulta siempre delicado. El último ejemplo lo proporcionan varias restricciones a la publicidad de alcohol en la prensa y los demás medios de comunicación, previstas en un borrador de anteproyecto de ley del Ministerio de Sanidad y Consumo. Se dictan para prevenir el consumo de alcohol entre menores de edad, pero en la práctica además de resultar ineficaces vulnerarían el derecho a la libertad de expresión. El objetivo de la norma es prohibir la venta y el consumo de alcohol a los menores y establece distintas restricciones para conseguirlo. Restan varios trámites hasta la aprobación definitiva de la ley. De momento ha trascendido un borrador de anteproyecto en el que se establecen considerables prohibiciones a la publicidad de alcoholes en radio y televisión, en prensa y revistas y a través de internet.

Los distintos medios de comunicación han estado siempre en vanguardia de la efectiva protección de los derechos de los menores de 18 años. Han extremado siempre el cuidado publicitario, y emplean sistemáticamente métodos de autorregulación, desde el consenso entre los distintos agentes implicados.

No debe sorprender por tanto que las distintas asociaciones de medios de comunicación hayan trasladado a la administración y a las distintas instituciones su más enérgico rechazo frente a una forma de censura previa como la que subyace en ese artículo del anteproyecto. Son muchos los juristas para quienes esas restricciones publicitarias vulneran la libertad de expresión, uno de los valores medulares reconocidos en la Constitución, y se oponen frontalmente al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales.

Puede considerarse además que se está ante una restricción arbitraria que, lejos de proteger los derechos de los menores, sólo servirá para vulnerar derechos fundamentales igualmente legítimos. Por citar un ejemplo y según datos recogidos en el Libro Blanco de la prensa diaria 2007, los jóvenes de entre 14 y 19 años representan sólo el 4,7 por ciento de los lectores totales de prensa. La lógica parece indicar que estos escasos adolescentes lectores no constituyen ni mucho menos el principal grupo de riesgo respecto al alcohol. Incluso si a través de Planes de Fomento de la Lectura se consiguiera duplicar ese porcentaje, es muy probable que el problema del alcoholismo juvenil se atenuase de inmediato.

Los distintos medios de comunicación y sus asociaciones profesionales son patronos de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción y colaboradores activos de las distintas iniciativas gubernamentales contenidas en el Plan Nacional sobre Drogas. Apoyan la prevención del consumo de alcohol con iniciativas, campañas publicitarias e informaciones recurrentes en cada uno de sus medios, así como con una constante y sostenida labor de prevención y formación.

En ese contexto, todo apunta a que la medida ministerial resulta arbitraria, desproporcionada e ineficaz. Los medios proponen en su lugar la autorregulación, el consenso entre todos los agentes involucrados y la colaboración entre las partes. Porque además estas tres medidas son las que viene defendiendo la Comisión Europea ante el Consejo de Europa, el Parlamento Europeo, el Comité Económico y Social Europeo y el Comité de Regiones. En una reciente comunicación a todas estas instituciones, la Comisión Europea ha descartado expresamente elaborar una futura directiva para restringir la publicidad de alcohol, y recomienda en cambio promover códigos de autorregulación y unas normas básicas de actuación publicitaria consensuadas entre todos los agentes sociales interesados.

En definitiva, la prevención eficiente del alcoholismo entre jóvenes exige promover la autorregulación, la formación y el consenso de los distintos sectores implicados. Como ya se hace en el resto de Europa. La mejor prevención siempre es educar entre todos, favorecer la reflexión e impulsar la responsabilidad.