Cada vez es más la gente que ha oído hablar de este documento y de la importancia de su aplicación en nuestros municipios. La Agenda Local 21 está prácticamente, hoy día, elaborada en la mayoría de nuestros pueblos y ciudades.

Se trata de un plan de acción que elabora estrategias con la finalidad de encauzar una comunidad hacia un desarrollo económico, social y medioambiental equilibrado y sostenible. Todo aquel municipio que posee la Agenda Local 21 se entiende que ha asumido el compromiso de potenciar el desarrollo sostenible en su comunidad, elaborando para ello un paquete de medidas integrales con contribuirán con su aplicación a frenar e invertir los efectos de la degradación ambiental.

La Agenda Local 21 es además un sistema que reconoce el papel esencial de las autoridades locales para alcanzar la sostenibilidad.

A modo de resumen, el Ayuntamiento que decide iniciar el proyecto de la Agencia Local 21 realiza en primer lugar una ecoauditoría que supone un análisis detallada del término municipal. Este estudio, es la base de un diagnóstico inicial que recopila todos los datos sobre su entorno físico, su entorno socio-económico, así como todo lo relativo a los vectores medioambientales que nos determinarán entre otras cosas, el estado del abastecimiento del agua, los flujos de residuos que se generan, así como la contaminación atmosférica que se emite, niveles de ruido, etc.

Con todo ello, y la participación de todos los sectores de la comunidad local, despertando mediante forums la comprensión de todos los ciudadanos sobre los problemas del medio ambiente, se desarrolla un plan de acción local en el que se formulan las líneas estratégicas para la mejora del entorno municipal.

En conclusión, las ciudades europeas firmantes de la Carta de Aalborg, y comprometidas con ello a la elaboración de la Agenda Local 21, están demostrando ser conscientes de la necesidad de preservación del capital natural que poseemos y de que nuestro ritmo de consumo de recursos materiales, hídricos y energéticos debe controlarse y no superar la capacidad de los sistemas naturales para reponerlos, absorberlos y procesarlos.

Cada vez somos más conscientes de que tenemos el deber de evitar comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades, y para ello, debemos preservar las condiciones de vida y bienestar de la humanidad, de la flora, de la fauna, en definitiva del conjunto de la naturaleza.

Abogada especialista en medio ambiente y urbanismo