Resulta difícil comprender la pérdida de lealtad institucional que está teniendo el PP en aras de sus intereses electorales, un problema del que al final la democracia española se acabará resintiendo, pues no es posible el buen funcionamiento de la misma si la derecha se lanza a las trincheras teniendo como único objetivo derrotar al PSOE para recuperar el poder. Esta actitud la está conduciendo a comportamientos tan preocupantes como su ausencia en la manifestación del pasado sábado contra el terrorismo, o la deslealtad ante las instituciones que gobiernan, entre otras la Generalitat Valenciana o Ayuntamiento de Castellón, que usan como instrumentos de carga contra el Gobierno de Zapatero, al margen de lo que éste haga, en lugar de la gestión política a la que están obligados por mandato de los ciudadanos. Aunque éstos, los ciudadanos, parece que están fuera de los intereses del Partido Popular, salvo cuando se cruzan con los electorales de ese partido.

Así llegamos a Castellón con un PP tirado al monte en contra de Zapatero, y una plantilla de dirigentes poco interesantes para los ciudadanos: unos lanzados a derribar molinos, haciendo dejación de sus responsabilidades de gobierno, y otros preocupados por sus problemas con la justicia, como el presidente de la Diputación o al alcalde de Vila-real, instalados en la desconfianza hacia las instituciones democráticas y la falta de respeto hacia los ciudadanos, a quienes tratan de ubicar en el engaño como argumento de sus intereses electorales.

Mas preocupados en escenificar actos que sirvan de cortina de humo tras la que ocultar sus fracasos en la gestión de los problemas más cercanos de los ciudadanos, sean éstos locales o provinciales, se dedican a montar reuniones con mucha parafernalia partidista, detrás de las que se ocultan una grave falta de ideas y propuestas en un año electoral. Así, a pesar de reuniones de alcaldes para criticar al Ministerio de Fomento, desagravios en Vila-real, reclamaciones machaconas del AVE, aunque haya un compromiso del Gobierno para su llegada a Castellón, etc., si nos asomamos detrás de la cortina no hay nada, salvo una compañía de teatro que falsea la realidad con sus excesos teatrales.

Licenciado en Historia