Los agricultores con cultivos de hortalizas, y sobre todo tomate, en las comarcas de Castellón están poniendo el grito en el cielo. Y por seguir con el refranero, se echan las manos a la cabeza: a nuestros cultivos les azota la plaga de la polilla del tomate y éste incómodo visitante ya está obligando a los agricultores a abandonar las cosechas, lo cual se traduce en una catástrofe.

No queremos, sin embargo, causar una alarma social. Al fin y al cabo, los que acabamos pagando el pato somos nosotros, los productores. Que somos los que soportamos pérdidas económicas por la negligencia de la Administración. Porque hace ya tiempo que desde la Unió de Llauradors venimos reclamando un mayor control en las aduanas, que es por donde ha entrado esta plaga proveniente de Suramérica. Las Administraciones Públicas parecen mirar hacia otra parte a la hora de controlar de forma exhaustiva el paso por nuestra frontera.

Y en Castellón, los agricultores miramos a la tierra. Porque la falta de compromiso por parte de la Administración repercute una vez más, sobre los mismos. Es decir, llueve sobre mojado.

Han tenido que publicarse las primeras cifras para que al menos desde la Conselleria de Agricultura se reaccione. Más de un 80% de la producción de tomate en algunas zonas de Castellón está infectada, esto obviamente se traduce en pérdidas económicas insostenibles. Pero más vale tarde que nunca. La Conselleria se ha comprometido a establecer una red de vigilancia en todas las parcelas susceptibles de estar infectadas por la polilla del tomate y para ello, está elaborando un plan de erradicación para entregar a los agricultores trampas de monitorización y de captura masiva que permita detectar la presencia de la plaga; está repartiendo insecticida gratuito y estudian, por otra parte, como combatirla a nivel biológico.

La adopción de estas medidas viene como agua de mayo y con la lluvia de agosto, pero son insuficientes. Son un parche que suaviza la situación pero que llega tarde a reparar los daños ya causados. La voz de alarma ya la dimos desde la Unió, hace falta más control sobre las fronteras, y compromisos que se conviertan en realidades efectivas.

Delegado provincial la Unió