Como si de una partida de ajedrez se tratase, los dos grandes partidos mueven sus fichas antes del embate de las elecciones generales. Y en estos movimientos también se incluyen los sacrificios. Así, el PP ha sacrificado a Josep Piqué en Catalunya, y el PSOE, a toda una federación: la navarra. Se trata en ambos casos de decisiones estratégicas tomadas en los despachos de Madrid calculadora en mano --un diputado más por aquí, otro menos por allá-- que solo el tiempo dirá si obtuvieron los resultados esperados.

En el caso de los socialistas, no hay duda de que la gestión de esta crisis ha sido nefasta, y va a pagar un precio por ello en el antiguo reino. ¿Por qué se dio cuerda a los socialistas navarros para que negociaran con Nafarroa Bai si desde un principio ya existían numerosas dudas sobre la viabilidad del pacto? Alguien, empezando por el secretario de organización del PSOE, José Blanco, debería dar una explicación. Y luego está la lectura de fondo. El golpe de mano socialista deja en muy mal lugar el discurso federalista de José Luis Rodríguez Zapatero, y muestra que el presidente utiliza diferentes varas de medir, pues él fue presidente con los votos de los independentistas de ERC.

El enfado de los socialistas navarros por la injerencia de Ferraz no remite, y cuatro miembros del comité ejecutivo del PSN dimitieron. El PSOE deberá hacer ingentes esfuerzos de aquí a las generales para recuperar el crédito perdido en su discurso territorial.