Más vale tarde que nunca. Eso deben de pensar los miles de usuarios del servicio de Cercanías de Renfe en Cataluña al ver cómo los responsables de Fomento trabajan con intensidad para corregir las deficiencias en un momento crítico, cuando faltan exactamente cuatro meses para la llegada del AVE a las estación de Sants, el 21 de diciembre, y toda la red se resiente por esas obras. El secretario de Estado de Fomento, Víctor Morlán, anunció ayer la compra por Renfe de dos locomotoras que se ubicarán en centros estratégicos y permitirán rescatar rápidamente los trenes averiados, de manera que no se produzca un efecto en cadena que afecte a todas las líneas. También anunció la puesta en marcha de una unidad rápida de reparación y revisión de las catenarias.

Son dos medidas lógicas, que han tardado demasiado. Tanto Morlán como los técnicos de Adif y Renfe se han comprometido ante los usuarios con un calendario que deben cumplir a toda costa y según el cual los problemas empezarán a aliviarse en septiembre y prácticamente desaparecerán a final de año. Si no lo consiguen, la sociedad pasará factura. Por eso el PP no quiere soltar la presa y vuelve a utilizar Cercanías para desgastar al Gobierno. Mariano Rajoy, busca apoyos para que el presidente Zapatero comparezca en el Congreso y explique por qué no cesa a la ministra Magdalena Álvarez. Pero ningún grupo quiere secundar una iniciativa claramente electoralista.