A la orilla del mar, como cada día, veo a lo lejos, allá en el horizonte el humo de los barcos. Me dice que en tiempos ya muy lejanos, quien no tenía posibilidad de leer se sentía apesadumbrado, le producía angustia el no poder saber lo que decían los libros. Afortunadamente observo que sigue vivo el amor a la lectura, lo veo bajo alguna sombrilla estos días. Y recuerdo los títulos que he tenido muy cerca de mí en los últimos meses, la Memoria escénica, de Fátima Agut; el libro de Cerámica Plana Vidriada, de Guillermo Monrós; A l´entorn del meu món, de Toni de Cuc; ese precioso esfuerzo de Ricard Pitarch con su obra Árboles y arbustos ornamentales de Castellón; las Cançons de Nostra Terra, de Vicent-Jaume Almela; la Obra literaria, de Pedro Manzano; y otras mucha obras de diverso talante, siempre espléndido, del Servicio de Publicaciones de la Diputación. También los libros de Miguel Pastor, que no para el tío. Lo muy especial son sus Leyendas y tradiciones de Castellón. Pero lo último-último es sorprendente. Conozco desde siempre a ese chico que tiene menos años que el más joven de mis hijos, Pablo Sebastiá Tirado. Ocupa un cargo de responsabilidad en el campo del márketing en Lubasa, la gran empresa de Castellón por antonomasia. Bueno, pues lo último que supe de Pablo es que se casó, que se ha dejado barba y que, además, escribe. ¡Escribe para publicar! Y lo hace muy bien, escribe con picardía, con intención, pensando que alguien puede leerlo, con buen sentido narrativo, dominando la técnica de la sorpresa para el lector, lo inesperado. Todo eso viene a cuento por el libro que le acaba de publicar Ellago Ediciones, de Castellón, toda una mágica aventura. Se trata de una novela de intriga que se titula El último proyecto del doctor Broch. Aunque no es muy larga, se lee de un tirón, en una tarde plácida en la playa, bajo la sombrilla, vigilando como las olas del mar van destruyendo mis torres de arena. Tiene siete capítulos, como los días de la semana. En realidad se trata de los días de la semana que, a medida que avanza, de lunes a domingo, una serie de personajes de diversa procedencia van entrelazando sus vidas, unidos por un entorno hostil y peligroso. Un marido enamorado que acaba de perder a su esposa, un delincuente que acaba de huir de la justicia, una joven toxicómana y un traficante de blancas, entre otros seres humanos se verán inmersos en el estrafalario proyecto de un investigador sin escrúpulos, tal vez el doctor Broch. Me llama la atención la escena de uno de los días de la semana en que el escenario es de barco y de mar, que bién podría localizarse en estas playas entre el Torreón y el Voramar.

Lo importante es tener un libro en la mano y leerlo. Hubo un tiempo en que había seres humanos dispuesto a a pagar por un libro lo no imaginable. Eran días en que los libros estaban atados con cadenas y cuando uno se encontraba el ejemplar que estaba buscando, aquel que le quitaba el sueño, estaba dispuesto a vender hasta la mula que le servía para viajar. ¡Qué maravilla!