Mucho se ha escrito en los últimos años sobre el futuro de la citricultura. Un sector de capital importancia para la economía de la provincia de Castellón a lo largo de varias generaciones pero que está tocando fondo por la caída de la renta de los productores, que suman ya cuatro campañas con pérdida de ingresos. El futuro, pues, se presenta cada vez más incierto y si la caída continúa a este ritmo sera difícil recuperar el negocio, porque las bases que lo sustentan --los productores, las infraestructuras, la mano de obra especializada o los propios campos de cultivo-- irán poco a poco desapareciendo, como ya está sucediendo. Otro tanto pasa con las hortalizas, que han caído en picado en los últimos 25 años. Ante este panorama, son muchas las iniciativas planteadas para salvar la situación. Además de la solarina --el abandono de los campos pensando en que allí irá un futuro PAI-- se imponen otras medidas como la reconversión varietal, la introducción de nuevos cultivos como el kiwi o la plantación de palmeras. También, ahora se habla mucho de las energías alternativas, de cambiar los cultivos tradicionales por huertos solares fotovoltaicos o, como anunciaba esta misma semana el concejal de Agricultura de la Vall d´Uixó, de fomentar el cultivo de maiz, cebada o cardos para la creación de biomasa y su posterior transformación en electricidad. Son algunos apuntes para salvar, en parte, la crisis que vive la agricultura castellonense.