El humo de los barcos me envía la noticia de que, hace unas semanas, se ha presentado en Madrid, con notable eco y la presencia de autoridades de alto nivel políticos y profesional un libro titulado La accesibilidad de los edificios sujetos a la Propiedad Horizontal, del que es autor nuestro vecino de la Almadraba, el letrado Juan Rodríguez-Loras Delabert, en edición del Colegio de Registradores de la Propiedad de España. El autor, que pertenece al gabinete de abogados Lendwell-PwC ya llamó la atención en el segmento profesional con su primera parte del tema sobre los 3Límites del Dominio sobre inmuebles para eliminar barreras arquitectónicas de las personas con discapacidad, que tuvo ya un premio de la Fundación del Notariado, pero el verdadero origen de todo ello estuvo en su intervención en el devenir de la comunidad de propietarios de los apartamentos Arenal, donde Juan Rodríguez clarificó la normativa que permitía incorporar ascensores a los ya veteranos inmuebles, tema plenamente vivo y actual.

Con Juan Rodríguez-Loras y el conseller de Sanidad, Manuel Cervera, he tenido ocasión de convivir desde que eran niños. Hubo una época en la que los dos pertenecían al equipo juvenil de fútbol de Arenal y ambos jugaban de "hombres punta", es decir de esa clase de delanteros a quienes les pasaban largos algunos balones de gol, pero que tienen esa magia especial que les convierte en líderes y son capaces de marcar el gol de la victoria. Con eso seguimos ahora, 30 años después. Y recuerdo con ellos a otro líder de la Almadraba, el ingeniero de Caminos Gabriel Barceló Matutano, que falleció en diciembre de 1988, pero del que todavía su hermana Elisa cuida del esplendor de su villa Santa Cristina, de la llamada Corte Celestial. Son parientes suyos los Roca-Iranzo, los Ramos, algún Matutano... Don Gabriel había nacido en la calle Ximénez, junto al Teatro Principal y por cordial relación y tema de libros, le hice algunas visitas a su villa en los primeros años 80 con inolvidables conversaciones en su terraza frente al mar. Era entonces presidente de aquella Asociación para el Progreso de la Dirección, la muy famosa en su tiempo A P D. Había fundado la Unión Eléctrica S.A. y siendo un líder, su máxima atención la depositaba en la llamada soledad del jefe o del líder, la radical soledad de la que ya hablaba Ortega y Gasset. Aquellos hombres de la APD querían desarrollar una técnica de dirección cuyos objetivos eran los de conseguir la máxima eficacia de los recursos disponibles en beneficio de la sociedad, ayudando al dirigente, al líder, a paliar el drama de la soledad en los momentos de las grandes decisiones. Siempre se ha dicho que el jefe no tiene amigos, tiene subordinados. No es eso lo que les ocurre a los señores Federico Michavila, padre e hijo. El padre, el general, será un ameno y cordial mantenedor de las Fiestas del Cristo, en l´Alcora. El hijo, Michavila Heras, ya es consejero del Banco de Valencia, además de líder de su empresa Torrecid.