Trabajas duro todo el año, y cuando llegan las vacaciones necesitas desconectar, las planeas con cuidado y tras varias opciones decides irte a una isla lejana. Hoy casi todos los hoteles vacacionales se apellidan "resort", así que te vas al muy exótico y exclusivo "Truqui Truqui Resort Hotel, Sensitive Spa". Viajas muchas horas con nefastas conexiones aéreas. Llegas, agotado, cargado de maletas y con los niños alterados. Coges un barquito raquítico hasta esa isla teóricamente paradisíaca, donde te reciben 28, sonriendo socarronamente, y tras un largo paseo, te dejan en tu chic y ecológica cabaña, no puedes beber ni lavarte los dientes, porque el agua no está purificada; los mosquitos te atacan sin piedad a pesar del repelente que tanto escuece, el calor es sofocante, el agua de la playa está asquerosa y la de la piscina caldosa.

Cuando llega la noche, estrellada y mágica, esa cena reparadora lo arreglará todo, si te gusta el picante, y si no también, porque el exotismo exige "spice" y a pesar de que te defiendes en inglés, da igual, porque los camareros no, vendrán varios, algunos con olorcillo, y ninguno soluciona nada. Es igual al dormir, el aire acondicionado no va, el ventilador hace un ruido del carajo y cortinas no hay, así que sigues el ritmo solar, a las 6 de la mañana la luz ciega tus ojos, el agua caliente no está ni se la espera; la luz se va, pero te dan velas y una linterna, el váter es poco de fiar, ¡por favor que no se emboce! y las bebidas están calientes pero no puedes ponerles hielo porque pillas algo. Todo muy selecto, muy exclusivo y muy asqueroso. El próximo año me quedo en casita que es donde mejor se está, aunque a tu vuelta algo se habrá roto. Resignación.

Notario