El fuego se ha vuelto a cebar en la provincia de Castellón. Desde que el pasado martes se iniciaran las llamas en les Useres, han ardido ya miles de hectáreas de masa forestal bajo el pasto de unas llamas que han arrasado todo lo que han encontrado a su paso, poniendo en peligro la vida de cientos de vecinos, que tuvieron que huir despavoridos con lo puesto ante la incertidumbre de qué les deparaba el destino para su caso particular. Sin duda, el peor desastre del verano.

Ya habrá tiempo de hacer balances y calcular la cifra de hectáreas calcinadas --poco importa en estos momentos el número exacto--. Lo realmente importante es sumar esfuerzos para, entre todos, controlar unas llamas que, conforme pasan las horas, parecen más descontroladas y que ya amenazan con dirigirse hacia el parque natural del Penyagolosa.

A partir de ahí, lo deseable y necesario es que ambas administraciones --autonómica y estatal-- mantengan su nivel de colaboración --las labores de extinción son un ejemplo de los beneficios que aporta el trabajo en equipo-- y se pongan a trabajar en la recuperación de l´Alcalatén, porque no solo hay que hacer frente al incalculable valor ecológico del desastre, sino que también hay que tener en cuenta que muchas de las familias tenían en estos puntos su lugar de residencia y su medio de vida, con la agricultura o en el ganado. Castellón merece toda la atención para que la dífícil normalidad se recupere cuanto antes.