Querido lector:

El aeropuerto ya tiene fecha de fin de construcción. Será en enero del 2009 y unos pocos meses de espera más para que sea operativo. Si se cumple este último plazo habrá transcurrido una década desde que se iniciaran las primeras tramitaciones y proyectos de las instalaciones aeroportuarias, básicas para el desarrollo turístico de la provincia de Castellón y constantemente demandadas por la clase empresarial castellonense que ha puesto en ellas sus esperanzas de despegue y competitividad.

Ayer mismo, Carlos Escorihuela y Eduardo Ferreres, presidentes de las asociaciones patronales del sector, ponían al aeropuerto en el punto de mira del futuro de la provincia, la única de todo el arco mediterráneo en pleno siglo XXI sin infraestructuras de estas características.

Sus continuos retrasos, amén del déficit histórico en otras infraestructuras de comunicación, según ambos, han provocado una pérdida casi irrecuperable en competitividad en uno de los pocos sectores con recorrido para el crecimiento económico de Castellón: el turismo.

Coinciden en estas afirmaciones con la gran mayoría de la sociedad civil castellonense que, en una cantinela reivindicativa constante, ha hecho calar sus necesidades en promesas electorales aunque desgraciadamente no tanto en hechos políticos y administrativos. Ni los provenientes de Valencia ni los provenientes de Madrid.