El exitoso estreno, ayer, de la línea del AVE entre Madrid y Barcelona ha dado paso al optimismo oficial sobre una infraestructura que, sin embargo, nadie ha querido inaugurar formalmente. El Gobierno estima que la inversión realizada --unos 10.000 millones de euros-- será amortizada en el plazo de 10 años. Para ello se calculan unas cifras de viajeros que van de los seis millones de este año a los 7,8 millones del 2011, cifras muy importantes como corresponde a un servicio que discurre por un corredor en el que viven 20 millones de personas, ahora más cerca gracias al moderno tren.

El primer día con AVE desde y hasta la estación barcelonesa de Sants tuvo el aire festivo que correspondía a un proyecto esperado, pese a todo, con ilusión. Alrededor de 12.000 personas viajaron en esa fecha ya histórica, lo que significa un 65% de ocupación de las plazas ofertadas. Evidentemente, el dato es poco significativo para extraer conclusiones tanto sobre el uso que se hará de la nueva línea como de la competencia de esta con el avión para los desplazamientos entre Barcelona y Madrid. Será dentro de unas semanas cuando empezarán a dibujarse las tendencias de un medio de transporte llamado a cambiar los hábitos de cientos de miles de personas. La alegría de ayer en las dos ciudades más importantes de España no puede hacer olvidar el retraso que esta infraestructura arrastra en la Comunitat Valenciana y el futuro corredor mediterráneo hasta Tarragona.