Querido lector:

La movilización de los jóvenes en campaña electoral ha sido siempre la gran asignatura pendiente de los partidos políticos. Las generaciones que se educaron con la política como elemento consustancial a nuestro desarrollo son las que ahora ostentan el poder y conforman la vida política. Y son sus hijos los que ahora dan la espalda a ese elemento hasta convertir en tópico aquello de que los jóvenes no votan o pasan totalmente de la política, tanto que no la quieren ver ni como espectadores.

Desde luego, los partidos ni quienes los sustentan han sabido conectar bien con la juventud. Tal vez porque la evolución sociológica en nuestro país, como en el resto de Europa, ha provocado un estereotipo de la política rechazable para el joven; tal vez porque no existen canales adecuados de conexión; tal vez porque los mensajes políticos no calan, no son ilusionantes...

Seguro que hay mil tal vez, mil causas. Y seguro es también que esa dicotomía no se va a solucionar en estas próximas elecciones si nos atenemos al menos al ejemplo de ayer en la Universitat Jaume I, donde medio centenar de universitarios preguntó a los candidatos castellonenses --Jordi Sevilla, Miguel Barrachina, Alfred Remolar y Concha Amorós-- en un acto muy voluntarioso pero que reunió a más acompañantes de políticos y periodistas que a estudiantes como espectadores.

Desgraciadamente, el tópico se cumple.