Sin duda, uno de los elementos imprescindibles de la fiesta es la música que, esta semana, inunda las calles de Castellón de la mañana a la noche, unas veces de forma organizada y otras de un modo totalmente espontáneo. Asegurar la música en las fiestas es algo de lo que los responsables de organizarlas nunca se olvidan.

Quizá, una de las noticias documentales más antiguas de las que disponemos sobre la contratación de músicos sea un acuerdo del consell castellonense del año 1374. En aquella ocasión se trataba de determinar la cantidad que se les debía abonar a los juglares por su trabajo como formación estable al servicio del municipio, algo que implicaba su presencia tanto en actos festivos como de otro tipo. También son frecuentes, aunque más tardías en el tiempo, las noticias que hacen referencia a contratos con músicos exclusivamente con motivo de alguna festividad. En estas ocasiones el ajuste se solía establecer con algún dolçainer que se comprometía a sonar sa dolcayna i tabal. El acuerdo podía tener caracter temporal o puntual. El origen de los contratados era diverso. Unas veces eran de Castellón, pero también era frecuente que acudieran de otros lugares. Nombres como el de Francesc Abat, dulzainero de la Vall d´Almonacid, o el de Hieroni Cantero, de la Vall d´Uixó, son algunos de los que aporta la documentación.

Unos conseguían ganarse la vida exclusivamente con la música, otros compaginaban esta actividad con un oficio, como el alpargatero Josep Fabregat que en 1753 reclamaba al Ayuntamiento de Castellón lo que se le debía "por hacer música en las festividades".

Historiadora