Casi todos hemos atravesado la difícil situación de un amigo o familiar que en una operación necesita sangre y allí acudimos para colaborar con él, aunque luego tu sangre vaya a parar donde corresponda y no a las venas de ese ser querido, entonces te convences y animas a colaborar: Esto no debería ser puntual ni motivado por una necesidad, sino sistemático y generado por una solidaridad social en aquello que es imprescindible y que no se compra con dinero.

Se puede donar en muchos sitios, hospitales o centros de transfusión y en los equipos móviles que se desplaza donde se pueda recoger. Así, días pasados tuve el placer de conocer el proceso a través de uno de ellos en las instalaciones de AFS. Te toman los datos personales y te hacen un cuestionario para comprobar tu idoneidad, si todo va bien pasas a la sala de extracciones, te hacen un análisis y te tumbas en la camilla, al principio un poco nerviosillo, pero la eficacia y simpatía del personal médico te calma; te colocan una aguja en la vena del antebrazo con un equipo nuevo, desechable y estéril, por lo que es imposible contagiarse de nada. En cinco minutos la bolsa está llena. Al final te dan un bocata que te sabe a gloria. En un máximo de media hora, listo.

No puedes hacerlo si has tenido una enfermedad infecciosa, o hasta seis meses después de operarte, hacerte un tatuaje o un piercing, haber viajado a algún país peligroso o si pesas menos de 50 kg; tampoco si estás embarazada o si eres toxicómano. Pero no te frustres, la intención queda. Tienes 5 litros, sacar un poquito es incluso saludable. Nunca sobra sangre, es un acto altruista y precioso. Dona Sangre.

Notario