Querido lector:

La clase empresarial valenciana, y mucho menos la de Castellón, ha sido incapaz siempre de constituir lobis de presión como ocurre en la mayoría de países desarrollados --en Norteamérica o en la UE-- o en sectores concretos de actividad económica o industrial importante como puede ser la construcción, la energía o la alimentación.

Esa incapacidad muchas veces achacable al carácter emprendedor pero individualista del ser valenciano ha provocado, junto a la escasa actividad movilizadora de las organizaciones sindicales, que el poder político, sea del color que sea, se sienta muy cómodo a la hora de administrar los intereses de nuestra Comunidad.

Es muy posible también que esta incapacidad de presionar sea la causa de los retrasos históricos y los déficits crónicos que padece la Comunitat Valenciana y en especial la provincia de Castellón, en materia de infraestructuras básicas de puertos, carreteras, aeropuertos, líneas ferroviarias o en otras cuestiones tan fundamentales como el agua o la energía.

Ahora en campaña y con abundante profusión mediática el único lobi oficial valenciano, AVE, ha planteado precisamente estas cuestiones a los diferentes candidatos de los dos partidos mayoritarios de la Comunitat en un alarde de reivindicación que, por aislado, mediático, sin unión y sin continuidad quedará en un alarde fallero, efímero, muy valenciano.