El sector hotelero de Castellón ha recibido miles de turistas durante estos días de Semana Santa. Los establecimientos que han abierto sus puertas --algunos han preferido permanecer cerrados porque no lo consideran rentable-- han hecho un primer balance satisfactorio de cómo ha funcionado la campaña festiva que finalizó el lunes.

No obstante, hay varias conclusiones que, aún sin cerrar la temporada, se extraen de lo acontecido antes y durante este corto periodo vacacional.

Por primera vez, un número considerable de hoteles ha entrado en la guerra de precios de última hora, política de la que, hasta la fecha, había huido el sector como de la peste. Y es más, desde las organizaciones patronales se apunta a que Castellón no tendrá más remedio que sumarse a la dinámica del regateo que predomina en la mayoría de destinos turísticos.

El Patronato de Turismo está vendiendo en la Feria de Moscú las excelencias de nuestra costa frente al gran destino de playa que supone Benidorm. Aún así, han duplicado la demanda de clientes hacia Oropesa, mientras aseguran que, con el aeropuerto ya en funcionamiento, se podrá competir con cualquiera.

También el interés por construir nuevos establecimientos ha crecido al amparo de la posibilidad de traer clientes desde cualquier parte del mundo hasta nuestra provincia. En definitiva, un cambio radical del panorama que merece una análisis previo.