Cuántas veces hemos escuchado, y pronunciado, frases como la de "siempre ha habido ricos y pobres" o "siempre ha habido clases". Populares y contundentes, son expresiones que aluden a una realidad que el tiempo ha modificado pero no eliminado.

Andrajosos, enfermos, mendigos o pícaros, algunos inspiradores de conocidas obras literarias o personajes de importantes obras pictóricas, todos protagonistas anónimos de un capítulo ineludible de la historia como es el de la pobreza. Su presencia y su papel en la sociedad se legisló desde antiguo. En época medieval, en atención a las demandas que le habían formulado los municipios del Reino de Valencia, el rey Jaume II en 1321, otorgó un privilegio en el que se determinaba que era delito el pedir limosna bajo falso pretexto de pobreza. Algo que no afectaba a los pobres reconocidos como tales.

Estos eran los llamados pobres vergonyants, a ellos se les atendía desde los municipios y debían ser personas que tuvieran asiento fijo en una población. Una condición que presentó variantes con el tiempo. Así, en 1591 en Castellón se les exigía que fueran hijos y naturales de la villa, pero tres años después esta exigencia se redujo a que llevaran aquí un año, fueran de donde fueran. Para ellos existía un fondo denominado bací dels pobres vergonyants, una bandeja en la que el vecindario depositaba un dinero que luego se les repartía.

Otros necesitados para los que también existió un fondo fueron los conocidos como pobres passatgers, que a diferencia de los vergonzantes no se encontraban establecidos en un lugar fijo sino que eran transeúntes.

Historiadora