La sede de la Diputación Provincial lleva años exhibiendo en sus balcones pancartas de confrontación. La conocida frase Agua para todos simboliza toda una campaña partidista, pagada con fondos públicos para confundir, enredar y manipular datos relacionados con los recursos hídricos en nuestra Comunitat. Es una campaña que dura años. Formulada y sostenida en el tiempo para generar sentimientos viscerales contra el Gobierno de España. Sin duda, ha funcionado y ha contribuido de manera notable a mantener en el imaginario colectivo la idea del agravio comparativo entre territorios. Ya lo hemos comentado en otras ocasiones desde esta tribuna, todo mal gobierno necesita su Gibraltar. Sacar a pasear los fantasmas del victimismo. Generar la percepción de que un enemigo exterior lamina nuestro progreso para beneficiar a otros. Ese enemigo es José Luis Rodríguez Zapatero. Lamentable. Entre otras cosas porque nunca otro presidente había dedicado tanto presupuesto del Estado a resolver el déficit hídrico de nuestra provincia.

En política, puede que las cosas nunca terminen de convencer a todo el mundo por igual. Los mismos hechos supuestamente objetivos pueden despertar interpretaciones diametralmente opuestas. Pero si hay algo bastante clarificador y exento de dudas es la revisión del presupuesto ejecutado por el Gobierno central en los últimos años. Podemos contrastarlo con lo que dedicó José María Aznar a las políticas de abastecimiento de agua en sus ocho años de mandato. No solo no llegó ni una gota del Ebro sino que la desgana en el mantenimiento de las cosas nos llevó a situaciones tan surrealistas como la pérdida de grandes caudales en embalses por falta de unas simples compuertas. Esa es la imagen que tenemos en la retina. Una bocanada inmensa de agua perdiéndose por desidia gubernamental. En una legislatura el Gobierno Zapatero ha estabilizado más de 350 hectómetros cúbicos al año en la Comunitat. El programa AGUA del Ministerio aborda de manera integral y sostenible las necesidades de nuestro territorio. La realidad es que hoy nuestro sistema de pantanos y embalses alcanza niveles importantes de saturación y no corremos ningún riesgo de carestía en los próximos años. La desalación, la reutilización, la modernización de regadíos y la óptima gestión de pozos y aguas subterráneas generan un escenario de seguridad ante un futuro marcado ya por el cambio climático y, con él, la incertidumbre en el régimen de lluvias. En ese sentido, el reto más razonable e inteligente que tiene nuestra sociedad es romper con determinadas dependencias. Hoy uno de nuestros mayores desafíos como país pasa por ser energéticamente más autónomos. Es decir, romper la cadena de subordinación que nos esclaviza a los vaivenes del mercado de los hidrocarburos. Con más motivo debemos aplicar esta lógica de autosuficiencia en los temas hídricos. No podemos jugarnos todo nuestro futuro a las transferencias de cuenca de otras comunidades en función de los balances pluviométricos que pueden registrarse en cada momento. ¿Qué clase de gobierno nos vende este porvenir tan incierto y cargado de condiciones? Ese es el modelo que se esconde tras las pancartas que cuelgan en los balcones de la Diputación. ¿Un modelo valenciano? ¿Un modelo acorde con la nueva realidad mediambiental del mundo? En absoluto. No se puede ser fundamentalista de nada pero, sobre todo, no se puede ser fanático de la confrontación entre territorios e instituciones del mismo estado. Nunca tuvieron razón de ser por muchos motivos, pero ahora menos que nunca. Las pancartas que cuelgan en los balcones de la Diputación solo son el eco de lo que se cuece dentro. Una política partidista y arbitraria que no es de este siglo. Por responsabilidad, lealtad institucional con el Estado y un cierto sentido elemental del decoro público y afecto a la verdad, deberían retirarse las pancartas de la discordia. Ellos trajeron confrontación sin agua. El Gobierno de España ha garantizado el agua sin confrontación. Esa es la diferencia. ¿Qué sentido tiene mantener viva esta guerra artificial del agua?

Alcalde de Benicàssim y portavoz del

PSPV-PSOE en la Diputación