Tal vez consciente de que en la opinión pública se ha instalado la sensación de que el Gobierno no afronta con decisión e ideas originales la sacudida de la crisis económica, el presidente Rodríguez Zapatero presentó ayer un nuevo paquete de 20 medidas que pretenden amortiguar el impacto de la fuerte desaceleración. Recorte en un 30% de la oferta pública de empleo y congelación de los salarios de los altos cargos de la Administración central son dos de las medidas de mayor impacto en la ciudadanía, aunque el impacto cuantitativo que pueden tener sea poco significativo. Parece que el Gobierno trata de dar imagen de austeridad, tras las críticas solventes por el aumento de altos cargos que supuso la nueva estructura del Gabinete y la deducción lineal de 400 euros a los asalariados.

Zapatero presentó las nuevas medidas al día siguiente de la clausura del congreso del PP, lo que no deja de ser llamativo. Porque lo lógico es que, superadas las turbulencias poselectorales, Mariano Rajoy y su flamante equipo directivo del PP empiecen ahora a ejercer una oposición firme por el flanco que ofrece la incesante lluvia de malos datos económicos.

Si, como dijo ayer el presidente, la economía española avanzará un pobre 2% este año, tenemos asegurado un crecimiento del paro y un deterioro de las cuentas públicas. Por eso, además de medidas de choque, hace falta que el Gobierno explique cuáles son los problemas reales y por dónde se van a intentar atajar.