La brillante conquista de la Eurocopa por la selección española de fútbol ha desatado una enorme ola de satisfacción tanto por la ansiedad que producía en la afición la falta de títulos de este nivel --el último y único data de 1964-- como por la calidad del juego desplegado por los jugadores entrenados por Luis Aragonés. España ha ganado el torneo con un merecimiento unánimemente reconocido, fruto de un fútbol que ha encandilado al público y a los comentaristas europeos. Un estilo basado en el control del balón, la velocidad en el pase, el juego colectivo sin concesiones al divismo y la disciplina táctica, que han sido posibles por las características del ramillete de futbolistas que Luis ha reunido.

La distinción del centrocampista del Barça Xavi Hernández como mejor jugador del campeonato premia con toda justicia un tipo de futbolista inteligente, bien dotado técnicamente y que trabaja para el grupo, sin pretensiones de brillar en el plano individual. Xavi es el símbolo de un equipo que ha maravillado por su forma divertida y elegante de entender el juego.

Cuando el seleccionador optó por dejar fuera de la convocatoria a Raúl y Guti dio una señal inequívoca de que iba a morir deportivamente por un concepto de fútbol que quienes han ido a la Eurocopa han sabido interpretar. Tal vez aliviados por esa decisión, los jugadores españoles han encontrado el sosiego necesario para crear un verdadero equipo.