Querido lector:

El presidente del PP en la Comunitat Valenciana, Francisco Camps, llevará debajo del brazo la totalidad de los avales de los asistentes al congreso regional donde renovará su mandato al frente de los populares valencianos en octubre. Una situación muy distinta al último congreso celebrado en Castellón, cuando los coletazos del zaplanismo marcaban tensamente la vida interna y también la pública del líder popular, de su Consell y su grupo parlamentario.

Desde aquel último congreso el panorama popular ha cambiado radicalmente. Los zaplanistas que han sobrevivido se han ido adheriendo a las buenas o a las malas al campismo general, con el ejemplo más emblemático del presidente de la Diputación de Alicante, Joaquín Ripoll, gracias a una carrera de fondo de perfecta coordinación del uso del poder presupuestario del Consell y el control de los resortes del partido a cargo de Ricardo Costa junto al incondicional apoyo de Rita Barberá.

Pero, ¿y Castellón? ¿Y Carlos Fabra? Sobre el papel, un acuerdo perfecto de colaboración, pero en el fondo un tira y afloja constante escenificado sobre todo en materia de inversión del Consell en la provincia, que tendrá su penúltimo capítulo esta misma semana en el encuentro entre Vicente Rambla, García Antón y el propio Fabra.