La llamada izquierda aberzale parece condenada a desaparecer del mapa político oficial de Euskadi. El Tribunal Supremo dictó ayer la disolución de Acción Nacionalista Vasca (ANV), el partido que ocupó el espacio electoral de Batasuna cuando esta formación fue ilegalizada. Aunque los argumentos de la sentencia se conocerán en los próximos días, todo indica que el Supremo entiende que ANV forma parte, como continuadora de Batasuna, del conglomerado político vinculado a ETA y por tanto debe quedar al margen del juego democrático. El rechazo de la formación ahora suspendida a condenar las atrocidades de los comandos etarras --ayer mismo intentaron matar a un policía en Bilbao con una bomba lapa-- presagiaba el desenlace de esta demanda impulsada por la abogacía del Estado y por la Fiscalía. El Supremo inicia mañana las deliberaciones sobre la suspensión de actividades del Partido Comunista de las Tierras Vascas, formación que puede correr la misma suerte de ANV.

Pero por más que resulte incómodo admitirlo, la decisión del Supremo tiene relación directa con la ruptura de la última tregua por parte de ETA. Mientras el proceso de diálogo estuvo abierto, ANV fue contemplada por el Gobierno como posible interlocutor en el campo del nacionalismo radical.

La vuelta de ETA a las bombas dejaba a ANV en una posición imposible, al ser incapaz de desmarcarse de la violencia.