Empieza el otoño con una cita importante, el Día Mundial del Alzheimer. Más de 20 millones de enfermos en el mundo, 800.000 en España, 15.000 en la provincia de Castellón, cifras aterradoras que hacen del alzhéimer la plaga del siglo XXI. Autobuses de "la memoria" han recorrido España para informar sobre esta enfermedad y la importancia de la detección precoz. Normalmente el alzhéimer es un efecto secundario más del envejecimiento del ser humano, pero hay veces que no ocurre así y entonces el desastre emocional que sacude a familiares y a enfermos es más impactante que la propia enfermedad.

Salvador fue diagnosticado de alzhéimer prematuro a los 51 años. La noticia fue brutal y le acompañamos como pudimos en ese nuevo viaje. Murió la semana pasada unos días antes de su 58 cumpleaños. La enfermedad caprichosa fue desdibujando su personalidad durante siete años acompañada, la muy canalla, de un imparable deterioro físico y psíquico que partía el alma. Hace mucho que Salvador ya no era Salva y lo malo es que parecía, a veces, que él lo sabía. Su mujer Ángela y su hijo Iván, a los que la enfermedad también les quitó la vida en vida, han donado su cerebro para que se siga investigando. Un llamamiento a la población sobre la necesidad de la donación de cerebro porque es una de las bazas más importantes para estudiar al enemigo y acabar con él. Y otro llamamiento a los políticos para que aprueben con celeridad lo que ellos llaman ley de suicidio asistido y yo simplemente, derecho a una muerte digna. Salvador, por fin, descansa en paz. Que pena esta vida y que injusta tantas veces-

Periodista