Siete millones de euros. Esta es la cifra de la polémica. La del préstamo que el Ayuntamiento de Castellón ha tenido que pedir a los bancos para pagar facturas que se habían ido acumulando en el cajón de algún concejal despistado. Facturas correspondientes a encargos a dedo, de servicios y compras realizadas sin contrato público y que no han pasado por el tamiz de la Intervención. Seguramente se podrá gobernar con menos inteligencia, pero el Partido Popular está demostrando en Castellón lo fácil que es destruir en lugar de construir, dilapidar en vez de invertir, gestionar una institución como si fuera un cortijo particular, casi al margen de la ley.

El alcalde, Alberto Fabra, y su equipo económico son verdaderos artífices del mal gobierno. Desde que afrontaron el presente mandato municipal, el desastre, el caos y la desorganización se han convertido en ejes de la gestión del Partido Popular. La subida descontrolada de los impuestos y tasas que el grupo municipal socialista denunció el año pasado fue solo la primera de una serie de medidas adoptadas con el único propósito de ir tapando una catástrofe tras otra. Castellón lleva camino de la bancarrota si se persiste en este empeño de llevarnos al caos. A la quiebra, a la ruina, al fracaso. Llámenlo como quieran.

Porque los siete millones de euros que el PP ha pedido al banco los pagaremos todos. El abandono a que nos está sometiendo la Generalitat Valenciana, sin inversiones y sin respaldo político a los grandes y pequeños proyectos de futuro, hacen cada día más difícil que se le pueda dar la vuelta a esta crisis. Fabra es una marioneta de Rajoy que se limita a gesticular las órdenes que le dan desde Madrid. Y así no hay ni habrá progreso.

Portavoz del grupo municipal socialista de Castellón