El gran drama de los socialistas valencianos es haber iniciado un congreso sin saber antes cómo finalizará. Dirán que es fruto de la democracia interna, la que durante el último mandato acabó con Joan Ignasi Pla, defenestrado por su propio partido. ¿Cómo lo hicieron? Filtrando a la prensa el pago de la reforma de su casa a través, al parecer, de un empresario.

"Mort el degollat" nunca más se supo cómo quedó aquel trato de favor. Eso sí, Pla se sienta en les Corts rodeado de sus ejecutores. El gran drama del PSPV-PSOE es que sus bases, además de las sucesivas derrotas desde 1995, recuerdan únicamente que sus propios dirigentes, elegidos gracias a la riqueza del debate de ideas (bla, bla,-), han caído uno tras otro traicionados por sus compañeros funcionarios de partido.

Hay otro gran drama. Se llama Carlos Fabra. Este señor es capaz el solito de soliviantar al PSPV-PSOE y a toda la izquierda mediática de este país que es la que le hace el argumentario a los socialistas. Fabra ocupa más páginas en periódicos nacionales que ese gran debate de la izquierda del siglo XXI que tiene lugar este fin de semana. Mientras no eliminen esta obsesión, poco harán para ganar en las urnas. Y Fabra es especialista en esto, en trabajar para ganar. Y el PSPV-PSOE no trabaja, solo lee la prensa y escucha la radio. Así que a la izquierda mediática, la que manda, le importa un pito el congreso --eso sí, lo elevarán a nivel de McCain u Obama-- y sí los movimientos bancarios de Fabra. O, mejor dicho, reinventar a Don Vito. Y qué curioso, todo esto coincidiendo con la reflexión intelectual de la izquierda de esta Comunitat. Y, además, ZP nos dará una lección de ética. ¡Qué guay! ¿No?