Querido lector:

El presidente del PPCV, Francisco Camps, es un político peculiar cuando elige a sus equipos, tanto para la gestión en la Generalitat como en su partido. Ya es tradición que salvo una o dos personas de su máxima confianza --y su entorno es cada vez más pequeño-- y a veces ni eso, nadie sabe nunca por dónde va a salir en decisiones como las que adoptó ayer en el congreso.

El día anterior --viernes tarde-- aplacó el nerviosismo de su segundo en el partido, Ricardo Costa ante los rumores infundamos de que iba a ser sustituido, confirmándolo antes del cónclave, al igual que con las cuatro coordinadoras de área para las que se ha inventado nuevos cargos, entre las que está la valldeuxense Isabel Bonig, verdadero animal político que ayer se llevó más aplausos que el propio Camps. Después, ya en pleno congreso, nombra tres vicesecretarías de nuevo cuño, dividiéndolas territorialmente pero con unos perfiles muy diferentes. Dos, con fieles experimentados como son el alicantino C. A. Asencio y la valenciana Marta Torrado y una tercera de Castellón, sin currículum, ni experiencia, ni influencia, ni peso, como es Beatriz Gascó. Como digo, muy peculiar. Una peculiaridad que a lo mejor se contagia en el provincial de Castellón, donde me dicen que Fabra piensa en alguna campanada.