Hay 1.335 víctimas del franquismo en Castellón, según el listado que maneja el juez Baltasar Garzón en la causa que tiene abierta contra la represión franquista y por la búsqueda de desaparecidos de la dictadura. Es incluso posible que la cifra sea superior; una cantidad nada despreciable, detrás de la que se esconden historias reales de persecución y dura represión sistematizada contra aquellos que en Castellón defendieron la legalidad de la República, frente al golpe de Estado de Francisco Franco en 1936, y que más allá de los fusilamientos, condenó, además, a la ignominia a las víctimas y a sus familiares durante decenios.

El auto del controvertido juez Garzón trata de poner fin a esta situación tan dolorosa para los familiares y tan vergonzante para la democracia española. Es incomprensible que 30 años después de la muerte de Franco, sigamos con la misma cantinela de que no es conveniente abrir heridas del pasado.

El juez Garzón ha hecho lo que el Estado debería haber hecho hace mucho tiempo: restablecer la dignidad a las víctimas de Franco y el descanso psicológico de sus familiares. Lo que es inconcebible es que la derecha española siga revolviéndose cuando de destapar las miserias del franquismo se trata, como si la democracia fuera un mal menor entre sus filas, y la Iglesia católica responda con una oleada de beatificaciones (creo que esta vez llegan a las 500).

Es hora de que la sociedad española se enfrente a los fantasmas de la Guerra Civil y la represión posterior de los vencedores. De que haga reflexión sobre lo que ha supuesto para el país, cuarenta años de dictadura nacional-católica, sin aspavientos, ni amenazas enfundadas en intereses disfrazados con la bandera del miedo. Porque cuanto más sepamos de la dictadura de Franco, esa que nunca da tiempo a estudiar en las escuelas, más afianzaremos la democracia.

Por lo demás, no se trata de enjuiciar penalmente al franquismo, ya es demasiado tarde, pero tampoco dejarlo todo al juicio de la historia. Esta no enjuicia por sí misma, son los hombres y las mujeres quienes lo hacen y ella lo refleja. Además, los juicios de la historia siempre llegan demasiado tarde.

Licenciado en Historia