El último Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, uno de los favoritos de la izquierda europea, le ha espetado a Rodríguez Zapatero que las perspectivas económicas de España "son aterradoras" y que son necesarias políticas "drásticas" y "cambios estructurales" dado que la situación (a su juicio) es "especialmente difícil" en España y anunció que va a serlo "aún más" en los próximos años.

Krugman añade ahora a sus méritos el de antipatriota y catastrofista y se une así al grupo que desde hace años lideran Mariano Rajoy, Cristóbal Montoro o Manuel Pizarro y al que ya se han sumado todos los españoles a excepción del Gobierno.

Desgraciadamente, las sombrías predicciones, que con reiteración ha hecho el Partido Popular en los tres últimos años, se han cumplido, y ha tenido que venir un Nobel, ideológicamente próximo a Zapatero, para dar fe pública de nuestra catástrofe nacional y aguarle la fiesta monclovita a su anfitrión.

Lo más preocupante no es el diagnóstico de Krugman, compartido por 45 millones de antipatriotas españoles, sino que la respuesta de Zapatero a la petición de reformas estructurales sea la entrega de la bazofia económica que supone el Plan E, que confío en que el Nobel haya depositado en la papelera.

El plan son las obras municipales que con cargo a deuda pública se están haciendo y que provoca el efecto expulsión de los pequeños empresarios y trabajadores autónomos de los bancos, en un nefasto trueque de inversión improductiva --arreglo de jardines, cementerios,...-- por la productiva, que cierra sus puertas ante la falta de liquidez.

Que Zapatero no sepa que esas son medidas coyunturales, además de contraindicadas, y no estructurales --reforma laboral, energética, tributaria,...-- es la mejor explicación de por qué estamos así.

En la etapa de gobierno de Aznar, cuando Rajoy era vicepresidente, se hicieron las últimas reformas estructurales de envergadura, y, a pesar de que se generaron cinco millones de empleos, en el 2002 todavía se propuso un nuevo paquete de reformas, el llamado decretazo, no por gusto, sino porque nuestra economía ya daba síntomas de debilidad.

Lo peor de la economía es que alguien pueda pensar solo en números cuando lo que refleja son dramas personales. Así hoy, según el Informe de Foessa, una de cada cinco familias españolas --8,5 millones de personas-- vive por debajo del umbral de pobreza, con menos de 575 euros al mes. Es solo el principio.

Diputado del PP por Castellón