Este año me había prometido no escribir sobre la Magdalena, por aquello de evitar los tópicos típicos de las fiestas. Pero uno no es dueño de su destino, y si las armas las carga el diablo, nuestra voluntad esta al albur de algún ente que desconocemos. Aunque en este caso las entidades que me han hecho escribir sobre nuestra fiesta fundacional están bien cerca y son de sobra conocidas por todos. Porque lo que está sucediendo este año no sabría si calificarlo de circo o de opereta, a tenor de lo que venimos escuchando y viendo en los días previos al inicio de estos tradicionales festejos, quizá por la necesidad urgente del Partido Popular de disimular su pésima gestión al frente del Ayuntamiento, o de tapar las vergüenzas de la corrupción que, como champiñones, le está creciendo en su interior.

¿Qué sentido tiene presentar recurso sobre el trazado de la carretera N-340 unos días antes del comienzo de las fiestas, alegando que este atenta contra el paraje de La Magdalena? ¿Es una casualidad que haga una semana que el trajeteado presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ponga la primera piedra del Palau de la Festa? ¿Y qué decir del peloteo, casi colegial, de Jesús López, presidente de la Junta de Fiestas, a Francisco Camps?

Menos mal que el equipo de gobierno tiene bloqueada la adaptación de la Junta de Fiestas a la Ley de Grandes Ciudades, para preservar, según ellos, su independencia.

Pero no se preocupen, el alcalde de Castellón, Alberto Fabra, ya nos ha advertido que todo esto se debe a las intenciones aviesas de la oposición de manipular las fiestas. Genio y figura.

Licenciado en Historia.