Atendiendo al análisis algo más profundo de la palabra, podemos afirmar que la estética es la rama de la Filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza. En ella misma y en su definición encontramos palabras que encierran y engloban el significado de aquello que anhelamos en la carrera por la búsqueda de la felicidad.

Dándole dos vueltas al asunto, vemos que podemos asociar belleza y felicidad sin demasiadas dificultades. Llevando la reflexión al estudio e investigación de mercados, entendemos que lo bello, lo estético tiene más probabilidades de satisfacernos y cuando hablamos de productos turísticos esta afirmación cobra aun más significado. Muchos son los teóricos que se han pronunciado al respecto, conocen y delimitan las motivaciones del turista y encontramos inevitablemente aquellas que giran alrededor de la necesidad de percibir la belleza.

Peñíscola ha sido musa e inspiración de todo tipo de artistas, ha cautivado con su belleza a cientos de miles de visitantes y debe seguir haciéndolo. Tras esta disertación más o menos afortunada, llego a decir que ni los políticos ni los ciudadanos debemos permitir que esta flor se marchite.

Es nuestra obligación mantenerla viva para que siga enamorando y despertando los sentidos de quienes la llegan a visitar.

Apostemos todos fuerte por su conservación, unamos esfuerzos para mantenerla bella y la estética cumplirá su función.

El casco antiguo de Peñíscola nos está pidiendo a gritos nuestro esfuerzo, por ello, nuestra responsabilidad nos lleva a exigir que todos los responsables arrimen el hombro y cumplan con su obligación. Fachadas blancas y tejados sin antenas serán dos realidades muy pronto. Porque es nuestra obligación.

Alcalde de Peñíscola