A veces, las apariencias engañan. Me refiero hoy a la frase del alcalde Fabra en la colocación de la "primera piedra" de las obras de reforma y adecuación del local de Cocemfe. Allí aludió con ese proyecto a la "normalización e integración absoluta" de las personas con discapacidad.

La "normalización absoluta" verdadera se daría si las personas con discapacidad de la capital y poblaciones limítrofes que ese local de Cocemfe va a atender en rehabilitación tuvieran el mismo servicio que sus vecinos --digamos-- "normales", en su barrio y sin tener que trasladarse. "Normalización" sería que todo el transporte público fuese totalmente accesible. Por contra, no es "normalización" que se recurra a un transporte accesible propio, de lo cual se deduce un substrato de "apartheid", edulcorado con frases paternalistas; pero, en el fondo, propiciando una segregación de gueto. "Normalización" sería que las personas con discapacidad de capital y provincia pudieran formarse laboralmente en los centros y cursos donde lo hacen el resto de ciudadanos. Otra cosa es discriminar y dificultar la convivencia; lo que repercute en un menor conocimiento de los problemas de la discapacidad. Aunque se quiera disfrazar de "normalización", estas alternativas solo sirven para que la administración pública se desentienda de la problemática. Así pues, lo que es obligación legal de Sanidad, Ayuntamiento o Servef lo asume el propio colectivo afectado. Y, además, con prohibición expresa de lucro. La traducción libre de la frase del alcalde Fabra, en realidad, es: "Os facilitamos esto para que os lo montéis a vuestro modo y nos dejéis tranquilos". ¿Resulta duro, verdad?

La "normalización total de las personas con discapacidad" empieza y acaba con la igualdad: igualdad de derechos, igualdad en los hechos. Otras actuaciones que no partan con esa premisa tan solo buscan "alejar" de la vida cotidiana, "normal", a la "molesta" discapacidad y a los "machacones" que la sufren.

Exdiputado del PSPV de Les Corts Valencianes