Querido lector, el miércoles pasado y como suelo hacer todas las semanas, preparé un artículo para este espacio. Un artículo que, en esta ocasión, no se publicó. Parece ser que coincidió con el día de la vida, o algo parecido, y le correspondía a Casimiro López, obispo de Segorbe-Castellón, hablar sobre el asunto del aborto.

De todas formas, querido lector, no te preocupes, no pasa nada. Incluso, creo que has ganado en salud. Y es que, a diferencia de otros comentarios en los que busco provocar una sonrisa, en esta ocasión y como el artículo tenía que ver con las palabras del Papa en África, con eso de que el preservativo fomenta el sida, estaba pensado y redactado desde el disgusto y la mala leche. Recuerdo que le exigía a Su Santidad que se acercara a África con humildad y vergüenza. Al fin y al cabo, los problemas actuales del continente africano tienen mucho que ver con la religión o iglesia de Roma y la imposición forzada (desde fuera) del capitalismo por las potencias europeas. O dicho de otra forma: allí llegamos con la ideología del hombre blanco, de raza superior, civilizado, creyente del Dios verdadero y único, portador de valores universales y eternos, etc. Colonizamos destruyendo su organización social, con rapiña, trata de esclavos, etc. Después descolonizamos dejando fronteras que generan desestabilización, una estructura económica atrasada y totalmente dependiente del exterior y, como dicen algunos, una base social anómala (un capitalismo sin proletariado ni burguesía). Por eso, repito, mi artículo estaba escrito desde la indignación: que un líder religioso y europeo se acerque a África y en vez de denunciar las causas del hambre y la pobreza, de condenar la indecencia de las empresas farmacéuticas (en el continente del sida, los retrovirales o no existen o valen una fortuna), se dedique a criticar el programa de la ONU que dice que el preservativo es el mejor método de prevención del sida, es algo vergonzoso que solo puede generar mala leche y vergüenza ajena. Pero, lo peor del caso es que, sino quieres caldo, dos tazas. Casimiro López, el obispo, ocupó el espacio para escribir un artículo sobre el aborto y la historia esa del niño desprotegido y el lince protegido. Una actitud y unas razones, la de la cúpula de la Iglesia, que dan pena y miedo. Pena, porque hablan ahora de lo que son los derechos fundamentales, los derechos humanos y la libertad de conciencia, algo que nunca se lo plantearon ni a Franco ni al PP. Pena, porque confundiendo intencionadamente, o no, la semilla con el árbol, presentan la interrupción voluntaria del embarazo como una especie de asesinato, de destrucción, de un niño por su madre. Pena, porque se alejan tanto de las inquietudes y problemas de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo que terminarán haciendo de la iglesia una secta. Pero, comentaba, también, que dan miedo, porque detrás de esa campaña aparece la vieja España, la del concordato de 1953, la que decía que la religión romana es la única de la nación, la que consideraba delito lo que iba en contra o era diferente de la doctrina moral de la iglesia y le daba la exclusiva de las manifestaciones externas y la enseñanza, la que prohibía la libertad de conciencia, etc. Digo dan miedo, porque hay algo que atenta contra la democracia, contra la capacidad del legislativo de decidir el futuro colectivo, contra la obligación de aceptar el hecho religioso y moral como algo plural, contra el derecho de las mujeres de decidir sobre su cuerpo, etc.

Querido lector, no sé si te habrás dado cuenta, supongo que sí, pero como diría un chaval de ahora, el imperio, el de la Guerra de las Galaxias, contrataca. O como escribió en su día Carlos Marx, un fantasma recorre España, el fantasma de la democracia y su pluralidad religiosa y moral. Parece ser que todas la potencias del viejo mundo español, la derecha, la cúpula de la iglesia, el nacionalcatolicismo se unen en santa alianza contra ese fantasma.

Experto en extranjería