La remodelación del nuevo Gobierno ha dejado en evidencia la capacidad de gestión del mismo. Ni las infraestructuras, ni la cultura, la educación o la economía funcionan en tan solo un año desde su formación, poco bagaje para tan rimbombante toma de posesión y, sobre todo, poco realista para afrontar un día a día mucho peor de lo que se podía imaginar en la sonrisa permanente de Zapatero.

Pero los cambios siguen, a mi modo de ver, sin tener en cuenta la cruda realidad, la profunda crisis económica y las reformas estructurales necesarias para afrontar tan delicada situación. Con un alto tinte político y una, a priori, falta de acreditación en la gestión de diferentes responsables de ministerios, estamos más ante una puesta en escena que en una revolución ministerial para afrontar la crisis. El gobierno de hoy vende portadas pero no resuelve problemas, busca culpables pero no afronta realidades.

Más de lo mismo o quizá un poco peor por que antes, equivocados, al menos lo intentaban sobre todo Solbes, a quien los acontecimientos le han puesto al borde del abismo hasta su caída. Es cierto que Zapatero ha cumplido una de sus premisas, no se van a recortar derechos, los nuevos ministros los tienen asegurados aunque, sin duda, eso no es lo que le importa a los españoles, mucho más preocupados por el desempleo y sobre todo por las dudas de las futuras pensiones. Y es que algo es evidente, mientras el Gobierno inyecta otros 18 millones a los sindicatos, las cotizaciones a la seguridad social bajan, el desempleo aumenta y el futuro de las prestaciones es tan dudoso como la capacidad de este Gobierno de sacar adelante el país. Las grandes dificultades empresariales, fundamentalmente financieras, no están siendo resultas por un Gobierno que apoya subvencionando a los sindicatos pero ve cómo el creador de empleo, el sector empresarial, está ahogado. Se podrá culpar a los bancos pero mientras el Ejecutivo tire de deuda y no contraiga gasto corriente, se convierte en el primer cliente bancario y, por tanto, sus créditos son operaciones que no revierten en el sector empresarial. Es necesario algo más que una puesta en escena, son necesarios cambios estructurales inmediatos, económicos y laborales.

Vicepresidente de la Diputación