Hay cosas que no se entienden, sino bajo el prisma de la imbecilidad. Dos empleados de una cadena de comida rápida, en Estados Unidos, no tuvieron mejor idea que filmarse mientras preparaban los bocadillos en los que incluían mocos, pelos, sudor, cerumen, saliva y otras lindezas. Se metían el queso por la nariz antes de incluirlo en el pan, estornudaban encima de la comida y se pasaban las hamburguesas por sus partes íntimas. Tan gracioso les pareció que decidieron, en otro acto de enorme inteligencia, subirlo a YouTube y, así, que todo el mundo pudiera admirar su admirable obra.

Con frecuencia nos encontramos con pruebas que, sin afán de generalizar, demuestran que los jóvenes son muy inmaduros. Para lograr metas, se requiere un esfuerzo, y ese es un precio que no todos están dispuestos a pagar. Para llegar a ser maduro, lo primero es desarrollar la facultad de hacerse responsable. Adquirir valores, criterios y sensatez depende mucho de la educación recibida y, a juzgar por lo visto, estos graciosillos no recibieron educación alguna.

Psicólogo clínico