El riesgo de pandemia a causa de una forma nueva de gripe porcina ha hecho sonar todas las alarmas. La multiplicación de casos sospechosos en varios lugares del planeta, incluidos los de Barcelona, Campdevànol, Girona, Almansa (Albacete), Bilbao, Valencia y Teruel, todos los cuales afectan a personas que han regresado de México, justifica los temores porque, como ha sucedido en otras situaciones sanitarias críticas, la economía global y los viajes favorecen la propagación del virus A/H1N1. Es decir, que la lejanía del foco infeccioso no es un factor de seguridad y, si se confirma que la enfermedad está fuera de control, será inevitable introducir mecanismos de filtraje que afectarán a los viajes de personas, la gestión de puertos y aeropuertos y la circulación de mercancías.

El seguimiento de la enfermedad que han puesto en marcha la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las autoridades sanitarias de los países desarrollados apuntan hacia ahí, aunque es pronto --el primer brote se dio en California y Tejas (EEUU) hace 11 días-- para medir la velocidad a la que viaja el virus.

A renglón seguido, es obligado subrayar que, más que nunca, debe informarse a la población con realismo y objetividad. Porque tan cierto es que resultan más que preocupantes los 81 muertos registrados hasta la fecha en México, como que parece que una serie de fármacos pueden ser efectivos, y que los afectados identificados fuera de México responden al tratamiento.