Si se sigue la tradición, iniciada en los años 60 del desarrollismo español, de calibrar el éxito de la campaña turística del verano solo por el número de visitantes extranjeros, de los datos aportados ayer por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio hay que concluir que también este sector siempre boyante --sobre todo por su contribución para que baje el paro durante unos meses-- está tocado. Hasta julio, el número de extranjeros que vienen a España en vacaciones disminuyó un 10,3%. Una reducción que, pese a todo, también participa del ansia global de los brotes verdes. Si de aquí a final de septiembre se salva la temporada turística habrá que agradecerlo a nuestros vecinos franceses, portugueses e italianos. A finales de julio hubo un Consejo de Ministros extraordinario en Palma en el que se aprobaron medidas de apoyo al sector turístico, en previsión de que el modelo vigente periclite.

Una iniciativa similar promovió el conseller Huguet hace un par de años. Ante estas propuestas de planes de futuro claros, sorprende que el sector privado siga ensimismado en las cuentas de cada temporada.