Si la gran solución dada por las autoridades cubanas para salir de la crisis económica en que se encuentra la isla es el retorno a los calamitosos planes quinquenales, el país está mucho peor de lo que cabía imaginarse. No solo está al borde de la bancarrota. La escasez se extiende a la materia gris de sus dirigentes, incapaces de pensar en algo que no sean las fórmulas fracasadas, abandonadas tiempo atrás por todos los miembros de la fenecida fraternidad comunista.

Más que nunca, Cuba se encuentra ahora en un callejón del que solo puede salir con un cambio que aparte del poder a la gerontocracia revolucionaria que lo ha monopolizado durante 50 años. La comparecencia de Raúl Castro ante la Asamblea Nacional es la declaración de que el régimen está completamente agotado. Solo consiguen darle un respiro dos países por otra parte totalmente enfrentados, Venezuela y EEUU. Hugo Chávez, con su petróleo a precio rebajado, deja que Cuba boquee y no se ahogue, mientras que el injusto embargo norteamericano da una coartada al castrismo, que se presenta como víctima del "imperialismo yanqui".