La propaganda de la izquierda española siempre ha estado caracterizada por ser variada, inagotable y tremendamente eficaz. Incluso logró transmitir que la II República fue un régimen pacífico e integrador que la historia, muy lentamente, va desmintiendo. A pesar de que se inició como un proyecto común plagado de intelectuales brillantes (Ortega, Unamuno,-), terminó resultando ser un rotundo fracaso como consecuencia del sectarismo salvaje que se impuso a la razón. Hace pocos días hemos conocido que el catedrático e historiador británico Rob Stradling (de centro izquierda) se ha atrevido, igual que antes hicieran otros hispanistas anglosajones como Stanley G. Payne, a desmontar el mito romántico que rodea a la II República española.

Ahora, Rodríguez Zapatero y sus pretorianos pretenden convertirse en los herederos de aquel socialismo republicano que intentó sustituir la acción política real por discursos meramente propagandísticos. Esta estrategia les dio buenos resultados en las pasadas elecciones generales del 2008 pero ahora se desmorona porque la realidad ha superado, con creces, a la ficción que nos han venido vendiendo. Y lejos de revisar su modelo de acción gubernamental, el socialismo de ZP parece enquistarse en la necesidad de impulsar un lenguaje publicitario dirigido a tergiversar los hechos para intentar eludir cualquier responsabilidad que, de la situación que atravesamos, se derive.

Su filosofía es clara, o conmigo o contra mí, y su rodillo no lo sufrimos solo quienes no creímos nunca en su talante, también sus compañeros de filas cuya discrepancia les ha costado no solo el Ministerio que dirigían sino también el escaño que ocupaban. Tímidamente el melón de su sucesión como candidato a Presidente de Gobierno en las Generales de 2012 (si es que el país aguanta) ya se ha abierto y parece que quienes lo han hecho conviven en su mismo partido cansados de que el Jefe ya no escuche a nadie. Zapatero solo cree en él y en su capacidad para convencer a los españoles de que o es él o es la nada. Por eso se esfuerza por reescribir nuestra historia como quien se hace un traje a medida, acomodándola a sus intereses políticos. Su propaganda no consiste en señalar nuestras fortalezas y oportunidades de futuro como país sino más bien en inventar amenazas y caricaturizar al adversario

Seis años, seis, enfrentando a los españoles con iniciativas frívolas, removiendo momentos aislados de un pasado que nunca fue prometedor para intentar inyectarles una nueva vida ficticia e insostenible. Imagina e incluso construye enemigos para poder seguir atrincherado en su propaganda. Primero EEUU, luego los liberales, la Iglesia, la familia y ahora- los empresarios

Comenzó su andadura intentando aborregar y adoctrinar imponiendo sus dogmas a los españoles con una estrategia meditada y diseñada milimétricamente (no lo subestimen) y ahora pide actos de fe que avalen su incompetencia. Estamos ante un aspirante a mesías cuyo pretendido laicismo se parece cada vez más a una suerte de religión. La Presidencia Española de la UE que se inicia mañana es una magnífica oportunidad para presentarnos como una nación unida ante las dificultades que debemos encarar y fuerte y decidida a superarlas con éxito. La posibilidad del progreso con mayúsculas ni es segura, ni inevitable, ni automática. Hay que desearlo evitando la inercia mental de dar por supuesto que las cosas funcionan solas. En sus manos está rectificar.

Diputada Nacional del Partido Popular