La imaginación es la representación mental de imágenes de cosas reales o ideales formadas por la fantasía. Son imágenes en el cerebro sin que intervenga el aparato visual, nada del mundo exterior las genera.

Una de mis máximas favoritas es que, ante los problemas, la tabla de salvación siempre ha sido la imaginación, en contra del manual de la Inquisición: el Maellus Maleficarum, que decía que la imaginación era la tentación interior.

En el mayo del 68 francés triunfó entre otros un eslogan que decía la imaginación al poder, quizás como reacción contra la línea burocrática oficialista y aburrida de los gobiernos europeos de la época. Ese ideal casi se ha cumplido, no políticamente, donde sigue mandando el inmovilismo, pero sí socialmente, en cualquier ámbito humano, industrial, artístico, cultural o económico el lado creativo de la imaginación es fundamental.

Podría dividirse entre la imaginación abstracta o lúdica que en principio solo sirve para hacernos más felices y satisfacer todo lo que la vida no te ha dado materialmente, y la creativa práctica que se trasforma en ideas, invenciones y creaciones como los adelantos tecnológicos que, si bien son resultado de la investigación, paso previo a esta es imaginarlos, y las creaciones artísticas, literarias o musicales que son la base de la civilización y que suponen que aquello que imaginas como ideal se puede materializar y convertirse en real.

La imaginación facilita la empatía y en consecuencia la compasión, la solidaridad y la tolerancia. Somos personas porque imaginamos, si no seríamos máquinas, así que imaginar es vivir, y además no tiene límites. H