Lo menos que puede exigirse después de que una adolescente de 15 años perdiera la vida en la atracción El Péndulo del Tibidabo es que se lleve a cabo una investigación rápida y concluyente, sin lagunas ni disculpas, de la que se deduzcan responsabilidades. El ayuntamiento de Barcelona, titular de la instalación, y las empresas que se ocupan de la seguridad de las instalaciones deben dar explicaciones sin tardanza, precisar qué fallo y poner remedio.

Por de pronto, llama la atención que, algo más de tres horas antes del accidente, El Péndulo fuese objeto de una inspección complementaria a la de todos los días después de que los trabajadores oyeran extraños ruidos, y que quienes la realizaron decidieran que podía seguir en funcionamiento. Sin ánimo de adelantar conclusiones, lo cierto es que el sentido común induce a pensar que, ante un ruido desacostumbrado, lo mejor hubiese sido dejar la atracción fuera de servicio. Causa igualmente inquietud saber que El Péndulo fue sometido a la inspección que anualmente realiza una empresa externa al parque, y que todo pareció estar en orden. Por estas razones es urgentísimo revisar todos los protocolos de seguridad, mejorarlos y actuar de acuerdo con los resultados de la investigación que realizará un perito independiente.