El consumo de tabaco constituye el principal problema de salud pública de la mayor parte de los países desarrollados y, si no consigue cambiar la tendencia, lo va a ser en los países en vías de desarrollo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al tabaquismo, junto a la malaria, una de sus líneas prioritarias de actuación, pero esta plaga no es fundamentalmente un problema médico sino de salud pública. Y una de las razones por las que el control del tabaquismo está tan retrasado en España, en comparación con otros países de nuestro entorno, es porque ha sido llevado por médicos que presumiblemente carecían de una formación práctica en salud pública.

Por eso mismo, hay que aplaudir iniciativas como la que lleva a cabo la Unidad de Deshabituación Tabáquica del Hospital General de Castellón, con el doctor Beltrán a la cabeza, o en el Hospital de la Magdalena, desde hace algunos años, con el doctor Kalaf y todo se equipo de voluntarios que también se emplean a fondo fuera del centro sanitario. Ellos están ayudando con éxito a centenares de castellonenses a abandonar el tabaco.

Programas como estos y la nueva Ley que prepara el Ministerio de Sanidad de espacios sin humo, que no debe demorarse más, son inprescindibles para ganar todos en salud.