Querido lector:

El peor de los presagios se ha cumplido. Castellón se queda sin AVE... sine die, porque el ministro de Fomento José Blanco en sus explicaciones de ayer jueves en Madrid ni siquiera nos ha dado un mínimo de seguridad de que exista la posibilidad de una financiación público-privada como el AVE a Cantabria, comunidad con menos habitantes que la provincia de Castellón donde el PSOE gobiernan en coalición.

Pero si ya es grave que nuestra provincia, una de las más castigadas por la crisis, quede marginada de la alta velocidad, que supondría un mínimo de garantía de competitividad económica frente a la mayoría que ya la tienen, lo es más que nos quedemos sin corredor mediterráneo. Eso es gravísimo para la economía valenciana en general porque condena a sobrecostes insalvables a las empresas valencianas debido a que deja sin conexión a las grandes plataformas logísticas, los puertos, con Europa y el mundo. Así por ejemplo, que no haya AVE ni corredor mediterráneo significa que no habrá tampoco accesos ferroviarios al puerto de Castellón.

Pero es que hay más. El tijeretazo del Gobierno en infraestructuras deja paralizadas las obras de la variante de la N-340 en Vinaròs-Benicarló que ya estaban ejecutándose y deja en el aire la N-232, es decir la futura autovía A-68 que iba a conectar Aragón por Morella con el Mediterráneo hasta Vinaròs.

Y claro, si obras ya en marcha se paran qué va a ser de infraestructuras que estaban previstas pero que todavía no habían comenzado como la autovía interior CV-10 entre Vilanova d’Alcolea y Tarragona o el desdoblamiento de la N-340 entre Castellón y Orpesa. De estas ni se sabe y ni se sabrá. Es un auténtico varapalo para Castellón. Se nos ha ido al carajo lo más importante.