Accidentes de tráfico, violaciones, violencia de género, inundaciones, conflictos bélicos, terremotos… son noticias que están presentes a diario en los medios de comunicación. A diferencia de otros acontecimientos, como puede ser la noticia de un espectáculo, un acto político, una entrega de premios…, los primeros tienen unas connotaciones emocionales debido a las consecuencias que se pueden derivar (muertes, miedo, tristeza, indefensión, rabia…).

En situaciones de crisis, la forma en la que el periodista cubre la noticia tiene sus repercusiones en los telespectadores, y en la mayoría de las ocasiones se suelen perpetuar algunos mitos del comportamiento humano en situaciones traumáticas. Es frecuente emplear términos como pánico, histeria, trastorno de estrés postraumático, además de fomentar la idea de que las personas afectadas por desastres se encuentran en un estado de indefensión y dependen totalmente de los servicios de ayuda. Todas estas ideas (conductas de pánico e histeria en la población, desarrollo de problemas psicológicos…) se han ido perpetuando a pesar de que las investigaciones realizadas desde los años 50 han demostrado como las conductas de pánico se producen en raras ocasiones. Del mismo modo, también es muy frecuente que los medios de comunicación hablen o escriban días después de un suceso traumático que las personas presentan un trastorno de estrés postraumático. Otro mito que es importante desmitificar. Después de un desastre, las personas presentan reacciones muy variadas como el miedo, la tristeza, el llanto, enfado, rabia, ira, estrés... Todas estas emociones son reacciones normales ante una situación anormal, nuestro organismo está reaccionando a una situación traumática. Ello no quiere decir que sean persona indefensas, la mayoría de ellas son capaces de llevar a cabo conductas altruistas y solidarias orientadas a los demás. Hablaríamos de trastorno de estrés postraumático meses después del suceso y si la persona no ha conseguido reajustarse a las nuevas demandas que se han generado.

Por ello, en esos momentos de crisis, los medios de comunicación juegan un papel muy importante a la hora de informar sobre lo ocurrido y sus consecuencias, así como la capacidad que tienen para movilizar a las redes sociales. Centrarse únicamente en mostrar el lado más antisocial, sangriento y desvalido de las personas expuestas a situaciones traumáticas puede llegar a generar una revictimización en las personas afectadas y contribuir a perpetuar los mitos del comportamiento humano. Igualmente importante es el hecho de cómo los periodistas pueden obtener la noticia de situaciones en las que las personas están traumatizadas. Son situaciones muy delicadas donde las entrevistas requieren una calidad humana y un respeto al sufrimiento de la persona entrevistada.

Finalmente, y en este contexto de trauma, no debemos olvidarnos de los periodistas como personas expuestos al sufrimiento de otras personas y que pueden dejar huella en el propio profesional. Los reporteros, fotógrafos, equipo de sonido, muchas veces trabajan hombro a hombro con los miembros de los equipos de emergencia. Los síntomas de estrés traumático que los periodistas muestran pueden ser similares a los mostrados por los policías y los bomberos que trabajan en el periodo inmediatamente posterior a la tragedia, sin embargo, los periodistas reciben poco apoyo emocional después de haber redactado y enviado su artículo.

En función de todo lo expuesto, tres aspectos son básicos en este tema: cómo informar de situaciones traumáticas, cómo realizar entrevistas a personas traumatizadas y el propio cuidado del profesional que cubre la noticia. Pero, ¿quién enseña a los profesionales de los medios de comunicación a trabajar estos aspectos?, ¿se tratan en los propios curriculums de periodismo? Desgraciadamente, en los planes de estudios actuales no se preparan a los profesionales de los medios para enfrentarse profesional y personalmente a estas situaciones.

En este sentido, y detectada esta necesidad, la Universitat Jaume I no se ha quedado al margen. Así, desde el área de formación del Observatorio Psicosocial de Recursos en Situaciones de Desastre (OPSIDE) de la Oficina de Cooperación al Desarrollo y Solidaridad (OCDS) de la Universitat Jaume I, en colaboración con el Dart Center for Journalism & Trauma y la Sociedad Española de Psicotraumatología y Estrés Postraumático organizó los días 6, 7 y 8 de julio el curso de verano titulado Medios de comunicación, desastres y trauma ¿informar a la población sin dañar? dirigido a los profesionales de los medios de comunicación. En él, se abordó cómo responden las personas afectadas a situaciones traumáticas, los mitos del comportamiento humano en desastres, el papel del periodista en situaciones traumáticas y el cuidado personal del propio profesional. Además de los contenidos teóricos, se desarrollaron dos seminarios prácticos. En el primero de ellos, se simuló un atentado terrorista en un centro comercial donde los periodistas tenían que pasar por cuatro escenarios con actores que representaban diferentes roles (personas heridas, guarda de seguridad, familiar y una rueda de prensa). El objetivo de los periodistas era conseguir información para redactar la noticia. En cada escenario un profesional de la salud mental y periodista ofrecían feedback de la manera más adecuada de abordar la situación. En el otro seminario se simuló un bombardeo donde el objetivo del mismo era que los periodistas pudieran ponerse en la piel de lo que pueden llegar a sentir los afectados por una situación traumática. Posterior a ello, se llevó a cabo una sesión de desahogo emocional donde los periodistas relataban cómo se habían sentido, que habían pensado y cómo se habían comportado.

Este punto de encuentro permitió reflexionar conjuntamente a profesionales de la salud mental y profesionales de los medios sobre los dilemas éticos psicológicos y morales de la profesión del periodista ante la cobertura de noticias traumáticas. Del mismo modo, permitió concienciar a los periodistas de la necesidad de contemplar la perspectiva psicológica del afectado y de la importancia de hacer un periodismo que no dañe la higiene mental tanto de las personas traumatizadas como de los espectadores. H