La debilidad argumental exhibida en algunos momentos por los integrantes de la comisión del Parlamento catalán encargada de investigar el caso Palau no puede ocultar el hecho de que las conclusiones finales presentadas ayer por el tripartito tienen la consistencia suficiente para sospechar que Convergència admitió alguna forma de financiación opaca y lamentar la lentitud de la instrucción de la causa. Estos son los frutos más visibles de la última actuación unitaria del tripartito antes de las elecciones autonómicas de otoño porque, a las puertas de una campaña a cara de perro, es improbable que PSC, ERC e ICV sumen esfuerzos en algún otro frente importante.

No le falta razón a CDC cuando sostiene que todos los partidos la han atacado. Pero no lo es menos que, salvo desconfiar de pruebas de una claridad palmaria, se dispone de indicios más que razonables relativos a la financiación irregular del partido a través de dinero desviado desde el Palau, y CDC debe ser la primera interesada en esclarecer lo sucedido. Por idéntico motivo, no debe extrañar la personación de los otros partidos en la fiscalía. No hacerlo dejaría en muy mal lugar su confianza en la documentación que han manejado.